El imaginario popular asigna a la matemática
significados discutibles que la colocan en un lugar casi inalcanzable
para el común de las personas. Estas concepciones, en gran parte,
tienen su origen en los aprendizajes que se produjeron durante la
escolaridad. Por lo general la matemática escolar se caracteriza por
una profusión de definiciones abstractas, procedimientos mecánicos,
desarrollos unívocos, acabados, y demostraciones formales junto con
un uso de la simbología…
La
propuesta del presente Diseño Curricular, considera a la disciplina
como parte de la cultura y valora a los alumnos como hacedores de la
misma. Por este motivo se propone un cambio sustancial en el quehacer
matemático del aula, mediante el cual el docente –a partir de la
asimetría– sea un motor importante en la construcción de
conocimientos que cobren sentido dentro de la formación integral del
alumno.
En
esta línea, una de las transformaciones que se producirán se
vincula con el posicionamiento del docente, quien debe abandonar
el
lugar central que históricamente ha tenido dentro del aula para
ocupar otro espacio en la dinámica de la clase; espacio que permita
a los jóvenes interactuar con sus pares y con la propuesta de
trabajo